¿Despertar espiritual?
Desde hace ya algún tiempo, dos palabras se han puesto muy de moda, y no me refiero a “mucha crisis”, “sin pasta”, "poco curro" o "hipoteca forever", no, hoy quiero hablar de "despertar espiritual". ¡Joder!, a veces hasta sueño que Chuck Norris me da una patada voladora y cuando cae al suelo grita: —¡Despertar espirituaaaaaal! —. Yo ya no desayuno nunca si antes no he leído 7 veces "despertar espiritual" en internet. Cualquier día de estos cambian el protocolo de la ceremonia de los Oscars y cuando entreguen un premio dicen: —And the "despertar espiritual" goes to... —. De hecho, me sorprendió mucho que el discurso del Rey de estas Navidades no empezara diciendo: —Me llena de orgullo y satisfacción el "despertar espiritual" —. Así las cosas, decidí ir a la última y escribir acerca de lo que, en mi opinión, es y deja de ser el despertar espiritual.
Me consta que para muchas personas el famoso "despertar" significa darse cuenta de que la mayoría de cosas que la sociedad en general da por supuestas, son una patraña. Pero tomar conciencia de que no estamos solos en el universo, de que hay aviones que nos rocían con no sé qué clase de mierda, de que la gripe A y sus super-vacunas fueron un asqueroso negocio en el que la “ONU & Company” se delataron, o bien, reparar en que el gobierno miente más que habla, no es estar despierto espiritualmente. Podríamos decir, siguiendo con la metáfora a la que la palabra despertar apunta, que eso es darse cuenta de que el sueño en el que vivimos es más grande y complicado de lo que creíamos, pero no es estar despierto, tan solo es vislumbrar nuevas capas del somnoliento juego. Podrían venir 759 civilizaciones extraterrestres, aterrizar en las principales ciudades del mundo, contarnos todos los secretos, entresijos, trucos y maravillas de esta vida y no por ello habríamos despertado espiritualmente; todo lo que ocurriría (a nivel de conciencia) es que sabríamos más cosas que antes.
¿Qué es entonces el despertar espiritual? Para hacernos una idea de lo poco sencillo que resulta asimilar qué implica esta pareja de palabrejas, podemos imaginar que estamos durmiendo en plena noche, soñando intensamente, y en mitad del sueño aparece un bebé recién nacido que empieza a hacernos varias preguntas incómodas, a cuál más rara y compleja. Al ir aumentando nuestra cara de poker por ignorar la respuesta a cada nueva cuestión, el bebé va riéndose más y más, a carcajada limpia. Pues bien, la cúspide del interrogatorio, el momento en que nuestra cara de poker alcanzaría su máximo esplendor, el instante en el que el bebé se descojonaría a más no poder y bajarían extasiados los arcángeles del cielo para hacerle una ola, sería cuando nos preguntara: —¿Qué es estar soñando?...
Si le llamamos despertar espiritual, es porque de antemano entendemos que nuestro espíritu se encuentra o encontraba “durmiendo”. Por dormir podemos interpretar creer que la realidad en la que vivimos es todo lo que hay, igual que cuando soñamos por las noches: por lo general, uno simplemente sueña, no es consciente de que está soñando, por eso cuando el bebé del anterior ejemplo nos pregunta qué es estar soñando nos rompe la mente, por decirlo así, no sabemos ni de qué cojones está hablando. Despertar, pues, no tiene nada que ver con recapitular más información, no tiene que ver con que nuestros conocimientos se amplíen y se hagan más grandes y nuevos, sino con experimentar una nueva dimensión dentro de nosotros mismos. Es descubrir, por vivencia propia, que el nivel de realidad en el que creíamos vivir era solo una pequeñísima parte de una realidad mucho más profunda, de la cual, por cierto, cada uno de nosotros es una parte única, irremplazable y de inigualable valía.
Si por alguno de aquellos casuales te estás preguntando cómo puedo ser parte de algo que está contenido dentro de mí mismo, sugiero que le preguntes a Dios cómo lo hizo, o bien, que investigues un poco acerca de los fractales, es verdaderamente fascinante :)
Soy consciente de que despertar puede ser utilizado como sinónimo de emerger, con lo cual estas dos palabras a las que constantemente me estoy refiriendo en este artículo tomarían otro aire, otro significado que vendría a decir que en estos tiempos, básicamente, está habiendo un emerger espiritual a nivel global, y aunque bien puede ser cierto, no soy partidario de enfocar la cuestión desde esa perspectiva puesto que, desde mi punto de vista, el espíritu (o la dimensión de la consciencia, como se le quiera llamar) siempre ha estado aquí, no es que deba emerger, más bien es el ser humano quien debe tomar consciencia de él.
Para finalizar, me gustaría enfatizar que mis palabras no van en contra de adquirir nuevos conocimientos que nos enriquezcan y nos hagan evolucionar como personas, lo cual, más que bien, me parece imprescindible, por supuesto. La idea general que me gustaría transmitir es que, además de abrirnos a nuevas realidades del mundo “exterior”, procuremos, si así lo sentimos, estar abiertos a la realidad que podemos percibir desde el “interior”; una realidad que no podemos experimentar con ninguno de los 5 sentidos físicos, pero sí podemos llegar a ella con un vehículo llamado sensibilidad, siempre y cuando esté pilotado por Mr. Silencio Mental, claro. La pregunta del millón de fractales de oro que deberíamos formularnos ahora sería: ¿Estamos lo suficientemente despiertos para ello?
:)